Jugar con mis sobrinos es una de las cosas que me hace sentir la alegría de vivir.
Reflejarme en esos ojitos tan inocentes, aún sin prejuicios, de sentimientos puros, es verdaderamente tan especial....
Divertirme con ellos jugando a cualquier cosa devuelve a mi alma, parte de la niña , que quizás , jamás fuí.
Responsable y sensata desde siempre , así que, como hermana mayor, cuidaba a todos sin prestar atención a los juegos.
Ahora aprovecho todo el tiempo que puedo para hacerlo.
Y hoy jugábamos a dibujar.
A su libre elección , Rubén dibujó un corazón-reina.
Fué mi regalo cuando lo acabó. Y lo tengo colgado de la pared de esta habitación, justo al lado del monitor, para poder verlo siempre.
Este dibujo me acarició el alma , esa niña que fui , que dibujaba, precisamente, ese mismo corazón.
Pasar el tiempo con ellos me hace sentir viva. Dejando a un lado, por un ratito, los entresijos del día a día y todo lo que duele en el alma.
Sentirme el ser más dichoso cuando me miro en sus ojitos y con un gesto cómplice, o un delicado abrazo , o un suave besito; recibo su inmenso cariño.