Yo, con mis lágrimas de niña que no puedo ocultar
le dije que cuando duele el alma es mejor soñar.
Me decía que ya no era ninguna niña, me duela, lo que me duela.
Que debía de seguir cuidándome.
Me lo tomé muy bien porque es un buen amigo.
Me hizo ver el suelo por el que caminan mis piés y
me aconsejó a caminar así..pero que no perdiera nunca de vista la meta de mi sueño.
Mi buen amigo Rober.
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